Andrea estaba en un lugar hermoso, en el cual todo lo que veía era extraordinario, donde podía sentir una paz maravillosa, la música del viento se escuchaba, veía a los árboles sonreír con los brazos extendidos al cielo como dando gracias al Creador que los hizo.
El sol, reflejaba su luz en cada cristal de agua y Andrea se paseaba por los jardines volando junto con otras mariposas y se deleitaba con el aroma de las rosas escarlatas y demás flores de todos los colores, las cuales llenaban todo el lugar de una agradable sensación de frescura.
Andrea, no conocía ese lugar, pero sí estaba segura de que era el mejor lugar del mundo, en el cual ella pudiera estar, ella seguía caminando tratando de conocer cada rincón de ese jardín extraño y encantado; cuando de pronto se encontró con una puerta gigantesca de madera, la cual estaba labrada, con adornos de flores y Andrea con el valor de una persona con miedo…
Se acercó a la puerta y la abrió, pero rápidamente se echó para atrás y justamente en ese momento la puerta gigantesca se encogió de manera tal que sólo una hormiga pequeña podía pasar por ella. Asombrada por lo que había pasado comenzó a reírse tanto que sentía que los cachetes se le estaban cayendo, entonces escuchó la voz de un pequeño bebé llorando y trató de averiguar de dónde venía el llanto.
Ella corrió hacia la dirección contraría porque se sentía confundida y cuando se dio cuenta de que el llanto venía del otro lado, se fue en esa dirección y al llegar allí, bajo un árbol pequeño, había una preciosa cesta azul y cuando se acercó para ver lo que había adentro… se despertó, Andrea se encontraba en su cama… frustrada porque no pudo terminar su sueño.
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