Azúcar, azúcar y más azúcar era lo que comía Daniel... Desde pequeño se acostumbró a comer dulces y más dulces sin importar la hora. No eran todavía las siete de la mañana cuando ya se había comido por lo mínimo: una chupeta, tres caramelos, uno de fresa, otro de naranja y otro de melón y por su puesto no podían faltar sus gomas de colores las cuales estaban azucaradas; luego comía con desgano el desayuno y seguía comiendo dulces, era como una obsesión o un vicio que no se saciaba sino que cada vez se acrecentaba.
Bueno así fue pasando el tiempo y Daniel seguía llenando su cuerpo de azúcar como un carro sin gasolina. Lo extraño era que ningún familiar se daba cuenta del problema de alimentación de Daniel, ya que sus papás estaban ocupados siempre con su trabajo y su hermana Clareth no le importaba mucho lo que hacía su hermano menor, sin embargo, de vez en cuando, Clareth llegaba y fastidiaba a Daniel quitándole algunas gomitas de azúcar y Daniel ardía en rabia porque le comía las gomitas azules, el único color que para Daniel era masculino en cuanto a gomitas se refería.
Tenía amarillas, naranjas, verdes, rojas, rosadas y azules (sus favoritas) sin embargo como ya lo dije antes, no sólo comía gomitas, sino caramelos, chupetas y chocolates pero de todos los dulces su fascinación eran las gomitas especialmente las azules...
Cierto día Daniel estaba viendo su programa de televisión y comiendo por supuesto gran cantidad de dulces y mientras se metía los dulces en la boca y miraba la pantalla del televisor, se comenzó a sentir un poco mareado, sin embargo en vez de dejar de comer, se aferraba más a comer los dulces y llegó un momento en el que su cuerpo no aguantó y comenzó a sentirse cansado y pesado y un sueño profundo comenzaba a invadirlo hasta el punto en el que no pudo dejar de cerrar los ojos y quedó dormido.
Fue entonces que su cuerpo comenzó a tomar una forma extraña, sus pies se encogieron y sus brazos también, extrañamente sus extremidades habían desaparecido y su cuerpo comenzó a tomar un color transparente con tono azul, comenzó a sentirse gelatinoso y literalmente se estaba convirtiendo en una goma azul de azúcar.
Daniel se despertó y se impresionó pero esta extraña ocurrencia comenzó a darle risa y mucha risa, era tanta su risa que comenzó a encogerse cada vez que se reía, quedando entonces convertido en una pequeña bola azul de azúcar sobre el sofá; en eso Clareth comenzó a llamar a su hermano con el fin de fastidiarlo y como no lo encontró decidió robarle algunos de sus dulces, pero quedó hipnotizada al ver el brillo que emanaba de cierta goma azul de azúcar, la cual en vez de un dulce parecía un zafiro resplandeciente.
La tentación de Clareth se hizo realizada al llevarse a la boca aquella goma azul que tenía un tamaño diferencial con las demás gomas de colores.
De ésta manera, fue como desapareció Daniel y nunca más nadie supo de él. Los policías, detectives, amigos de la familia, trataron de buscar a Daniel, pero fue imposible y Clareth sentía cierto grado de culpabilidad por la desaparición de su hermano sin saber el porqué.
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